sábado, 16 de febrero de 2013

El otro aniversario de Jordan


  • Se cumplen 25 años del que muchos consideran el mejor Concurso de Mates de la historia
Aquella noche 18.000 personas llenaron el Chicago Stadium para ver a Michael Jordan ganar su segundo Concurso de Mates. Ninguna de ellas deseó otro final, como probablemente ninguna de ellas imaginó estar a punto de presenciar la historia volar ante sus ojos. Aquella noche del 6 de febrero de 1988 el mito de 'Air Jordan' quedó inmortalizado.
El cartel presentaba un reparto nada despreciable, aunque uno a uno fueron cayendo contendientes. Gran parte del Spud Webb que había quitado el aliento en 1986 se había quedado en la mesa de operaciones. Clyde Drexler se limitó a representar pobres versiones de los vuelos del dorsal '23'. Otis Smith, Jerome Kersey (subcampeón en 1987) o Greg 'Cadillac' Anderson hicieron compañía. Todo conducía al mano a mano entre Michael Jordan y Dominique Wilkins.
Era algo más que un reencuentro. Wilkins había derrotado al Jordan novato en 1985. El de los Bulls no compareció por lesión en 1986. En 1987 fue Nique quien faltó a la cita, dejando del camino libre para el primer título de Michael. El Chicago Stadium acogería el apogeo de dos hombres de quienes los apodos lo decían todo. 'The Human Highlight Film' contra 'His Airness'. Dos emperadores del aire en busca de una corona que en aquellos años resplandecía de brillo.
Dominique Wilkins recogió el balón del cristal con la cabeza por encima del aro y maltrató el metal con desprecio. Michael Jordan se dio la vuelta, expuso el balón entre sus piernas y machacó de espaldas. Wilkins despachó uno de sus violentos 'windmill' y Jordan quedó algo corto en su intento de réplica. El alero de los Hawks había sumado 50 puntos en cada uno de sus dos primeros intentos de la final, por lo que el '23' quedaba obligado a lo mejor del repertorio para ganar.
Lo que sigue es parte polémica y parte mística. Wilkins remontó la línea de fondo para firmar un 'windmill' a dos manos, tratando de asegurar un certamen que creía en el bolsillo. El jurado sólo puntuó el esfuerzo con 45 puntos, permitiendo una última esperanza a Jordan. "Si no hubiera sido en Chicago, quizá el resultado hubiera sido otro", admitiría más tarde.
‘Su Majestad Aérea’ botaba el balón nervioso en busca del último truco. "Estaba confuso, pero después vi al hombre que lo empezó todo. El Dr. J". El Concurso de Mates fue la última invención de la ABA, un último brindis de esa competición rival y estrafalaria antes de desaparecer. Se celebró en 1976 y llevó para siempre el nombre de Julius Erving gracias a su legendario mate desde la línea de tiros libres. En 1984 la NBA lo devolvió a la vida y en 1988 alcanzó su punto más álgido. "Me dijo que me fuera a la línea de tiros libres. Fue el mejor consejo que escuché en todo el día".
Michael Jordan falló el primero, pero el segundo intento quedó para la posteridad. El '23' cogió el balón con la mano derecha al pisar la cinta blanca. Extendió el izquierdo hacia un lado, hacia atrás. Con el labio mordido, el brazo flexionado y la cabeza a la altura del aro, dejó grabada una imagen que quedará para siempre grabada en la historia del baloncesto.

La arrogancia de Larry Bird

La victoria de Michael Jordan no fue el único pedazo de historia que presenció el Chicago Stadium. Previamente, Larry Bird había sumado su tercer título en el Concurso de Triples dejando una imagen inmortal. El 'Pájaro' necesitaba 16 puntos para derrotar a Dale Ellis, pero un mal comienzo había puesto en peligro lo que parecía una tarea a su alcance. Llegado al último balón tricolor, Bird necesitaba encestarlo para ganar. Con el mismo gesto mecánico y mortal agarró la pelota y tan pronto como dejó sus manos levantó el dedo en señal de victoria.

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